Javier Fancisco Ortiz

SEMBLANZA

(con fotos de algunos de sus maestros espirituales)

Javier Francisco Ortiz Gutiérrez, nacido en Costa Rica el 23 de marzo de 1953, vivió una infancia similar a la de sus contemporáneos de clase media y una juventud impregnada del espíritu del movimiento hippie.

En su adolescencia se convirtió en un exitoso cantautor cuando su canción «Vietnam» rompió récords de popularidad, al mantenerse en primer lugar 17 semanas consecutivas.

Dicha canción se la dedicó a Kim Phuc, la “niña de la foto”, quien se hizo famosa gracias a la icónica imagen capturada por Nick Ut, la cual le valió el Premio Pulitzer y desencadenó el movimiento pacifista de la época. Gracias a este éxito, logró que las emisoras de radio de Costa Rica abrieran espacio para la “música protesta”, el antecedente de la “nueva trova”.

En diciembre de 1972, durante su luna de miel, tuvo una experiencia mística que cambió radicalmente el rumbo de su vida, le llevó a abandonar sus estudios universitarios en ingeniería civil y a vivir una historia excepcional, cuyos primeros años relata en su libro El Camino de la Evolución Consciente.

En 1978 se graduó en sociología, psicología y antropología en la Universidad de Costa Rica y viajó a California, con su esposa e hijos, para continuar sus estudios y doctorarse en sexología en el Institute for the Advanced Study in Human Sexuality.

Unos días después de su llegada a California, tuvo una visión que años más tarde se convertiría en su proyecto de vida. En esa visión, visualizó a todos los Pueblos Originarios de Costa Rica reunidos frente al “fuego de la unidad”, celebrando el “día uno de una nueva relación con la Madre Tierra”.

Durante su investigación de doctorado conoció el papel estelar de los medicamentos patentados en las disfunciones sexuales, lo cual lo impactó profundamente y lo llevó a iniciar un doctorado en ciencias holísticas y psicología transpersonal en Columbia Pacific University. Allí, entre otras cosas, se capacitó en la sustitución de medicamentos por aliados terapéuticos sexualmente amigables.

Su investigación doctoral en dicha universidad se centró en desarrollar un nuevo concepto del «alma» desde la perspectiva de la neuro-psicología y la física cuántica. Para ello, se sumergió en una amplia gama de disciplinas y conocimientos.

Como parte de su investigación, estudió con el maestro Baba Hari Dass y se graduó en el programa de Ashtanga Yoga en el Mount Madonna Center, convirtiéndose en el primer costarricense certificado en dicha disciplina por la Yoga Alliance.

Además, obtuvo certificaciones en kinesiología aplicada en la Touch for Health Foundation, en hipnoterapia en el Clement Hypnosis Center, y en digitopuntura en el Acupressure Workshop. Todo esto lo permitió desarrollar un exitoso modelo unificado de estas herramientas, basado en la medicina china.

Durante su tiempo en el Healing Ourselves Center, exploró el Tarot Evolutivo y el eneagrama de la personalidad como herramientas de transformación personal. Asimismo, allí estudió el trabajo de Wilhelm Reich, Claudio Naranjo, Oscar Ichazo y George Ivanovich Gurdjieff.

Gracias a la versatilidad de su programa de doctorado («fuera del campus»), tuvo el honor de conocer y estudiar Respiración Holotrópica y la Bioenergética con sus creadores, Stanislav Groff y Alexander Lowen.

En 1982, completó ambos programas de doctorado y regresó a Costa Rica. Fue entonces cuando creó la Fundación Gaia e inició la enseñanza de sus descubrimientos a través del Proyecto Planeta Tierra, el cual fue declarado de interés público y nacional «por constituir un valioso aporte a los intereses de Costa Rica».

En 1985 inició el desarrollo del Balance Emocional, una especie de homeopatía emocional creada a partir de la Terapia Floral del Dr. Bach, a la cual le sumó el poder de la meditación, de formulación de elecciones y el uso de las afirmaciones positivas. 

Dicho modelo fue posteriormente perfeccionado con la colaboración de su hija Marianela Ortiz Salgado y de sus colaboradoras Ana Elena Correa Echandía y Adriana Ramírez Gutiérrez (Anandi), quienes lo utilizan actualmente con mucho éxito en su práctica transpersonal.

Durante la década de los noventa, Javier Francisco su hijo Edgar, su hija Marianela, y su exesposa y colaboradora Patricia Coto Brenes crearon y dirigieron el Instituto Holístico Gaia, primero en su género en ser avalado por las autoridades como un centro de capacitación en terapias alternativas.

Allí completó la creación del Gaia Yoga con la colaboración de su hijo, quien se especializó y certificó en la India.

Con la creación del Gaia Yoga Javier Francisco integró el conocimiento de todas las disciplinas en las cuales se formó en un solo programa anual de gimnasia psicofísica, convirtiéndolo en un “camino” de evolución consciente.

Con la creación de dicho camino, abandonó tanto el idealismo espiritual característico de las corrientes de la “nueva era”, como el idealismo ancestral de las tradiciones orientales. 

Dicho camino brinda los beneficios conocidos del yoga, pero no se queda allí, ya que también brinda un entrenamiento en la integración de las facultades, las cualidades, la fuerzas, los dones y las nueve manifestaciones del Ser.Al crear el Gaia Yoga, logró adaptar a su cultura todo lo aprendido y cambió el propósito de la “iluminación espiritual” por el de vivir en el estado de balance integral.

 No obstante, debido al gran esfuerzo desplegado para hacerlo y al distrés generado por los años de lucha en defensa de los derechos a la salud y al pleno disfrute de la sexualidad, desarrolló una artritis reumatoidea, la cual logró superar sin utilizar medicamentos patentados.

Como parte de su proceso de sanación, sustituyó la lucha legal por la creación del modelo y las herramientas del Balance Integral, la educación del consumidor y la publicación del libro «Las 100 preguntas y el arcoíris del género», aprobado por las autoridades de educación como un libro de consulta para la enseñanza secundaria.

Después de su publicación y del gran éxito en sus ventas, difundió su enfoque innovador a través de la radio y la televisión, desencadenando una revolución cultural en el campo del comportamiento sexual y de género.

En el año 2001, Javier Francisco logró un avance significativo en la aplicación del Balance Emocional, desarrollando un procedimiento que reemplazó las fórmulas florales utilizadas por el Dr. Edward Bach por las “esencias de Gaia”, creadas a partir de cada cliente o usuario, provocando un salto cualitativo en el efecto de esta poderosa herramienta de la medicina alternativa, al eliminar a las flores como intermediarias en el proceso de transformación.

En el año 2003, completó su formación en Terapia Corporal Holística y se dedicó a finalizar el desarrollo del Balance Integral, convirtiendo todo su conocimiento y experiencia en un modelo de salud alternativo que abarca diversas disciplinas: la terapia psicofísica, la psicoterapia, la hipnoterapia, la terapia corporal, el balance emocional, la terapia vibracional y la biocomunicación a través de su propia música meditativa. 

Dicho modelo, altamente revolucionario, reemplazó el enfoque tradicional de diagnosticar y «curar» a los «pacientes» por uno más holístico. Ahora, el objetivo del Balance Integral no es el logro de la «salud», sino brindar formación, entrenamiento y acompañamiento a los «clientes», para que construyan conexiones, relaciones y estilos de vida conscientes, saludables y sostenibles.

En el año 2009, lideró una peregrinación a la India junto a un grupo de 44 practicantes del Gaia Yoga. Fue en este viaje donde conoció a Anandi.

 A partir de ese encuentro, ella se convirtió en su colaboradora y principal aprendiz, evento que marcó un punto crucial en su trayectoria, hasta llegar a convertirse en co-terapeuta y vicepresidenta de Fundación Gaia. En la India, bajo el árbol de la iluminación del Buda (Siddhartha Gautama), Javier Francisco eligió dejar en espera provisional todos sus otros proyectos y dedicarse a la realización de la visión del Día Uno.

En contra de todos los pronósticos, después de recibir el apoyo de los principales líderes indígenas regionales y de visitar todos los territorios ancestrales del país, el 21 de diciembre del 2012 logró hacer realidad lo previsto en su visión. En una actividad memorable, conocida como el «Día Uno», Javier Francisco logró unir a los representantes de todos los Pueblos Originarios para dar vida al proyecto Senderos de Paz Madre Tierra. Este proyecto se propone lograr que una delegación indígena sea recibida en audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y restaurar los bosques ancestrales a través de un enfoque coordinado que combina el turismo cultural y la compensación de la huella de carbono, con el aval del Consejo Nacional de Rectores y del capítulo Armonía con la Naturaleza de la Organización de Naciones Unidas. Mediante dicha iniciativa, el Rincón Ecológico Cultural Térraba se estableció como un primer ejemplo de compensación de la huella de carbono en territorio indígena y, al mismo tiempo, en un destino de turismo cultural.

En contra de todos los pronósticos, después de recibir el apoyo de los principales líderes indígenas regionales y de visitar todos los territorios ancestrales del país, el 21 de diciembre del 2012 logró unir a todos los Pueblos Originarios de Costa Rica en un solo evento, según lo previsto en su visión.

Fue así como, en una actividad memorable, conocida como el «Día Uno», Javier Francisco logró unir a los representantes de todos los Pueblos Originarios para dar vida al proyecto Senderos de Paz Madre Tierra. Este proyecto se propone restaurar los bosques ancestrales a través de un enfoque coordinado que combina el turismo cultural y la compensación de la huella de carbono, con el aval del Consejo Nacional de Rectores y del capítulo Armonía con la Naturaleza de la Organización de Naciones Unidas. Mediante dicha iniciativa, el Rincón Ecológico Cultural Térraba se estableció como un primer ejemplo de compensación de la huella de carbono en territorio indígena y, al mismo tiempo, en un destino de turismo cultural.

El año 2013, Javier Francisco experimentó un desafiante proceso psicofísico conocido en la psicología transpersonal como el “síndrome fisio kundalini”. A lo largo de más de tres años, luchó contra un estado de salud crítico en el cual experimentó una disminución significativa de sus facultades mentales. Sin embargo, su determinación para cumplir con sus propósitos nunca flaqueó.

Según los médicos que lo atendieron, sufrió una forma de epilepsia y un raro trastorno del sueño que le impidió dormir normalmente durante esos años. No obstante, a pesar de todas las pruebas y análisis realizados, lo único que pudieron constatar fue un incremento notable de energía «de origen desconocido» en su sistema nervioso.

Después de esa experiencia, su recuperación fue gradual pero constante, hasta restablecerse por completo, de la misma forma que superó, en el transcurso de su vida, otras cinco enfermedades supuestamente incurables utilizando el modelo del Balance Integral.

En el año 2014 Javier Francisco logra que una comisión indígena sea recibida en Washington por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, según lo acordado en el Día Uno, a la cual acompaña personalmente sin que se haga evidente su estado de salud. 

En el año 2017, aún sin haberse recuperado del todo, logró desarrollar el proyecto Yo Soy la Respuesta, mediante el cual lleva educación ambiental, educación para la salud y educación para el Ser, a la educación pública costarricense, con el aval del capítulo Armonía con la Naturaleza de la Organización de Naciones Unidas.

Una vez recuperado por completo, Javier Francisco dio inicio a la materialización de los espacios y colectivos que actualmente dirige junto con Anandi bajo el nombre de Programa Evolución Consciente. En los años siguientes, Anandi y Javier Francisco llevaron el Balance Integral al ámbito de la educación para el desarrollo personal. Gracias a esto, fueron reconocidos, respectivamente, como expertos en Educación para el Ser y en Ciencias Holísticas por la Organización de las Naciones Unidas.

Gracias a esta distinción y al notable efecto del Balance Integral en los proyectos de la Fundación Gaia,  todas sus herramientas fueron incorporadas al programa «Armonía con la Naturaleza» de la Organización de las Naciones Unidas, como un enfoque alternativo al modelo de salud.

Por el mismo motivo, en el año 2018, el yoga y la meditación recibieron una declaratoria de interés por parte del Gobierno de Costa Rica.

En el año 2020, Javier Francisco se convirtió en cofundador de una organización dedicada a desarrollar una estrategia holística para minimizar los efectos del coronavirus Sars−Cov−2. 

En septiembre de ese mismo año, publicó El Camino de la Evolución Consciente, cuya propuesta comenzó a difundir a través de las redes sociales.

Durante el año 2021, aprovechando las restricciones impuestas por la pandemia, se dedicó a escribir «Eligiendo saber», un oráculo de sabiduría, acompañado de un manojo de cartas con sutras que llevan a la reflexión, el cual publicó a finales de ese año y se convirtió en libro de texto para el entrenamiento Generando Presencia. Paralelamente, continuó trabajando en sus otros proyectos.

En septiembre de ese mismo año, el Gaia Yoga fue seleccionado por la Organización de las Naciones Unidas y por la entidad ENTREPS (International Board of Business Owners & Entrepreneurs of the World) como una de las 117 actividades cuyo escalamiento podría generar un mayor impacto a nivel mundial en el bienestar y en la lucha contra el cambio climático.

A mediados de 2022 inauguró el Colectivo Jujubis, un proyecto dedicado a brindarle júbilo y balance integral a las personas jubiladas y a permitirles, al mismo tiempo, brindar un aporte a la sociedad, a través de la discusión filosófica del Sutra de la Sabiduría, incluido en su libro Eligiendo Saber.

El 17 de abril del 2023 Javier Francisco, Kim Phuc, la “niña de la foto” y Nick Ut, el fotógrafo, se conocieron personalmente en una conmovedora ceremonia, logrando que se manifestara otro de sus grandes anhelos. Los tres mantienen una amistad hasta el día de hoy[3].

Posteriormente inició la escritura de este informe, a publicarse como una trilogía, en donde comparte lo que vio suceder durante y después de la pandemia en la sexualidad de las y los costarricenses.

En la actualidad, Javier Francisco continúa desarrollando el Proyecto Planeta Tierra con su colaboradora Anandi Micochi, su hijo Edgar Ortiz Salgado y su hija Marianela Ortiz Salgado. Además, mantiene su compromiso con la música y la escritura, ofrece entrenamientos presenciales y en línea, brinda atención en Balance Integral y Sexología Holística Transpersonal, lidera la Fundación Gaia, imparte Gaia Yoga de forma personal y en línea y co-dirige, con Anandi, los programas mencionados.

Documental sobre El Día Uno

Libro El Camino dela Evolución Consciente

Libro Eligiendo Saber

RECONOCIMIENTO NACIONAL E INTERNACIONAL

Fundación Gaia es una institución costarricense sin fines de lucro declarada de Utilidad Pública para los intereses del Estado, mediante el decreto ejecutivo No 20439-J del 6 de mayo de 1991.

 

El Proyecto Planeta Tierra, al cual se circunscribe el Balance Integral, obtuvo la declaratoria de interés público mediante el decreto ejecutivo No 20527-MIRENEM del 13 de junio de 1991, «por constituir un valioso aporte a los intereses de Costa Rica». Asimismo, la práctica del Gaia Yoga fue declarada de interés público mediante el Decreto Ejecutivo N°41424 MD-MS-TUR-MCJ-MEP del 26 de octubre de 2018, en tanto promueve el desarrollo del yoga y la meditación «con la intención de crear ambientes de bienestar y estilos de vida conscientes, saludables y sostenibles en armonía con la Naturaleza».

 

A nivel internacional, la iniciativa fue avalada por el programa de Armonía con la Naturaleza de la Organización de Naciones Unidas en el 2018, junto a todos los otros programas del Balance Integral,  por su aporte a la implementación y desarrollo de la Jurisprudencia de la Tierra (disposiciones legales que reconocen los derechos de la Naturaleza), en el área de educación. En diciembre del 2020, Gaia Yoga resultó finalista en el Global Entreps Award, seleccionada como una de las 117 mejores prácticas a nivel mundial en materia de sostenibilidad, de entre más de 5.000 proyectos participantes. Esta nominación es otorgada por la Organización de las Naciones Unidas a proyectos que se enmarcan y promueven los Objetivos para el Desarrollo Sostenible.

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