La vida surgió a partir de un largo proceso de evolución natural dirigido por la fuerza, el azar y la necesidad. Sin embargo, al surgir la consciencia, la materia se descubrió a si misma, descubrió que la Tierra es una unidad viviente y se convirtió en actora activa de una nueva forma de evolución: la evolución consciente de la Madre Tierra, la cual dejó de ser dirigida por la fuerza el azar y la necesidad.
Vivir una vida consciente significa participar de forma activa en esa nueva forma de evolución, convirtiéndome en la persona que quiero ser y co creando la vida que anhelo en armonía con Madre Tierra.
Esto significa que el universo me quiere y necesita como realmente soy, y dejando atrás los hábitos, patrones emocionales y creencias que me alejan de mi propósito vital, a través de un proceso de transformación personal permanente que me permita conocer, cultivar e integrar en mi cotidianidad las nueve facultades de la vida consciente: observar desde adentro, enfocar la atención, intencionar, saber, verificar, elegir, pedir, permitir y apreciar.
Observando desde adentro genero presencia, soy una persona más libre y conozco como soy. más
Intencionando defino lo que hago, doy un sentido a cada momento y transmito lo que realmente quiero. más
Enfocando la atención construyo la atmósfera, delimito el territorio y activo el potencial del momento. más
Sabiendo doy reconocimiento a lo que sé, reconozco lo cierto y comparto sin provocar resistencia.
Verificando ajusto lo que sé a lo que es, me mantengo en el camino de lo cierto y actúo desde el aquí-ahora.
Eligiendo acepto o rechazo lo que es, cultivo la inmediatez y construyo desde la abundancia.
Pidiendo me alineo con la fuente creativa, co creo lo que anhelo y hago posible que surja lo nuevo.
Permitiendo acepto lo que pido, me abro y me transformo para recibirlo.
Apreciando reconozco lo bueno en lo que recibo, agradezco con humildad y retribuyo con alegría.
