La semana anterior se despidieron del Rincón Ecológico y Cultural Térraba los jóvenes del cuarto grupo de voluntarios que llegó con el propósito de iniciar la construcción del primer Sendero de Paz con la Tierra. Con dos grupos de Raleigh Internacional y dos de AIESEC es notorio el aporte y los cambios para adaptar los senderos requerimientos de un jardín etnobotánico y un arboretum.
Hay una dinámica diferente de los grupos de voluntarios ya que la estadía varía de una semana a cinco semanas. Entre más tiempo estén haciendo este trabajo voluntario más se permiten crear indelebles lazos afectivos con la familia de Paulino Nájera, incluyendo por supuesto a sus perros guardianes. Estos lazos se fueron consolidando a través de la narración de Paulino y Fidelia, su esposa, que describieron la ardua lucha por recuperar una tierra antes poblada de un bosque que les aportaba lo necesario para la sobrevivencia, de una deforestación inducida por la presión de la expansión de la ganadería extensiva y del hecho de considerar políticamente que eran “tierras ociosas” las que en ese momento ocupaban los indígenas manteniendo una reserva forestal.
Es la visión y el mensaje de la abuela de Paulino, el que cala profundamente en la su mente y la de sus hermanos: ella les decía que esa barbaridad de talar todo un bosque para tener nada más que pasto para las vacas, que esto iba a causar una gran devastación para la vida de las especies que habitaban la selva y los habitantes de la comunidad, que el agua iba a escasear y que iban a desaparecer los cantos de los pájaros, y su mismo estilo de vida. Lo verificaron al cabo de unos años en que los pobladores vieron como el paisaje se convirtió en una especie de desierto, perdieron el agua potable, ni los habitantes e incluso el ganado sufrían una sed pavorosa, porque era tan profundo en mensaje que se daba de que el ganado solo necesitaba pasto que no dejaron árboles ni para la sombra, por lo que cuenta Paulino que algunos largos veranos las vacas morían de deshidratación y una seria tumoración de la piel expuesta a la inclemencia del sol. Fue devastador para ellos observar como las casas tradicionales eran botadas y reemplazadas por las de cemento, con ellos vino una aculturación en que paulatinamente muchos pierden su identidad y hasta el idioma.
Paulino y sus hermanos contra corriente de lo que todo mundo hacía se propusieron recuperar de esa devastación la finca familiar que les había heredado su madre. Plantaron a través de décadas cerca de 37.000 árboles. Aun con una vecindad que los cuestionaba, los ofendía, les recriminaban que fueran uno vagos y otros insultos peores, cumplieron con su propósito de recuperar el bosque y volver a ver las nacientes recuperar sus agua, a los ríos recobrar el caudal, los animales volver, a las aves regresar para entonar sus cantos. Esta es la historia ejemplar que cuenta Paulino y Fidelia, no hay como no enamorarse de un proyecto hecho con tanta tenacidad y cariño. Fueron años muy duros de incomprensión. Todavía se le hace un nudo en la garganta cuando cuenta que cazadores furtivos merodeaban y se metían en su propiedad para cazar las criaturas que estaban regresando. En particular le duele que le hayan matado a una venada en gestación que recorría los senderos ilusionándolo al ver el potencial de una población que podía reponerse.
Paulino y Fidelia nos cuentan que ese bosque así como está, después de 37 años de recuperación es como un niño que empieza a andar, es de hecho un bosque secundario. Aun con árboles maderables como el cedro y otros con troncos de más de 70 cm de diámetro no los piensan cortar porque para Paulino son seres que tienen que llegar a la madurez, no importa si son 100 o 300 años, luego declinar y morir. Esta visión es el legado que piensa dejar a sus nietos y descendientes y por supuesto a la Madre Tierra. El aprovechamiento que hace Paulino y sus hermanos de la madera es porque en un proceso normal algunos de ellos se caen por acción del viento, porque son impactados por rayos y otros factores naturales.
Lo más bello de esta acción de voluntariado es observar a estas personas aportar con intensidad,el trabajo es muy arduo, con cariño y pasión su trabajo. Este es un regalo hermoso que apreciamos la Fundación Gaia y por supuesto la familia de Paulino y Fidelia. Con el trabajo de estos grupos se pudo construir en el Rincón Ecológico Cultural Térraba el diseño de un petroglifo antiguo sobre el suelo. Es llamado por ellos, TJËR, deidad que es su guía espiritual, que ofrece su protección al pueblo Bröran. Fue realizado el 21 de febrero 2012 y se lo dedican a la lucha de la educación indígena Bröran.
TJËR, representación del guía espiritual que ofrece protección al pueblo Bröran.
Sabemos que la familia de Paulino trata a estos muchachos como sus hijos, hay un carácter especial, sencillez y nobleza en ellos por lo que de inmediato el trato es entrañable y lleno de cariño. Por eso para ellos cada despedida es triste y muchas veces no pueden contener las lágrimas. Pero también les alegra que se vayan de esta propiedad transformados, habiendo cumplido su labor al ofrecer su generoso esfuerzo que ellos siempre agradecerán.
Este diseño más complejo lo realizaron los voluntarios de Argentina y Alemania y el grupo de voluntarios costarricenses.
En agradecimiento a los voluntarios costarricenses de Raleigh Internacional y los de AIESEC
También conocemos del poder purificador del bosque y sus ríos y riachuelos, sus amaneceres amenizados por decenas de pájaros, sus días calurosos, sus atardeceres llenos de color y las noches aclaradas por la luna. Todo esto hace que para los jóvenes sea una experiencia de vida, llena de paz, los Senderos de Paz con la Madre Tierra son verdaderos porque se construyen en el corazón de cada uno. Estos comentarios escritos en facebook por algunas jóvenes dan un panorama de la intensidad de la experiencia y como este pequeño territorio de Costa Rica les ha dado una convivencia inolvidable.
(transcripción sin editar de su escrito en facebook)
Nuestro inicio en remolacha no fue fácil, trabajo duro y nostalgia de casa no combinaron (y añadiendo aún vivir sin luz). Pero a lo largo de las semanas, y a medida que el trabajo se fue resolviendo el mundo realmente aprendió a amar este lugar. Cuando llegamos había viento, cuando nos fuimos había viento, llegamos con luna llena y salimos con luna llena, nunca habían aparecido tantos escorpiones en cuanto aparecieron para nosotros, los perros siempre nos seguían. Creo que era para gente está allí.
No puedo encontrar las palabras adecuadas para agradecer a esta familia por habernos acogido tan bien. Al Paulino por ser nuestro padre de remolacha, padre del bosque que renació y creció de sus propias manos, muchas gracias por los abrazos cuando yo ya mostraba la cara la nostalgia de casa, gracias por las conversaciones y por todo el conocimiento que nos pasó durante ese tiempo.
A Fidelia, por ser ese ejemplo de mujer, una estrella de remolacha, merece todo el éxito y reconocimiento que tienes! Me llevo el sabor de tu comida, las risas en la cocina y todas las sonrisas intercambiadas por siempre! Al Fabián que no aparece en la foto, por habernos aguantado pidiendo para recargar las baterías, poner créditos en los celulares, traer comida, malvavisco y la asociación durante las horas de trabajo, matando a muchas hormigas.
Ahora me detengo a agradecer este grupo de personas hermosas que he podido conocer y convivir ese un mes y poco, gracias por las conversaciones, por las risas, por el compañerismo, a los brasileños, Stella y matheus por compartir el gauchismo y el vinicio que cuando me dijo que Era de cordoba ya me gustó – y la Pía por aguantar nuestro portugués y ser mi profesora de español! Gracias, carajo!
Todos ustedes están guardados en mi corazoncito
Gracias a ti Paulino por todo lo que hiciste por nosotros!! Por habernos acogido tanto tiempo y a toda tu familia también!! por haber hecho nuestra experiencia diferente y enseñarme tantas cosas y explicarme muchas otras, desde usar una sierra, un pico y un palín a poder escuchar todas tus historias y leyendas y no asustarme con el espíritu de la montaña! Jajajaja por poder contarte mi historia y hacerme nunca olvidar que la vida es bonita! 🙂 estemos en la situación en la que estemos…porque creo que finalmente sané toda herida q pude traer …Ese rincón, ustedes, los lugares, las mascotas y todos allí siempre tendrán un rincón muy especial en mi memoria y corazón!!
Y llego el día de partir, de dejar físicamente este lugar, pero como le dije a Paulino, la piedra que dejé en este sendero en representación de todo el trabajo que se hizo, representa que un pedacito de mi corazón quedará por siempre en este lugar. Aun podré recordar por siempre el olor del café por las mañana, sentir la brisa correr por mi cuerpo, escuchar a los pájaros cantar, el sol calentar el día y la luna iluminar las noches. Aun podré sentir el frío del agua del río, su transparencia y la forma en que perfectamente cae entre las rocas.
Fueron 3 semanas totalmente diferentes donde no sólo no había agua caliente tampoco había luz y donde muchas veces cocinamos bajo la luz del fuego. Donde pase las mejores tres semanas de mi vida conociendo que en mi interior si existía la paz y que podía comunicarme con ella. Cada piedra que pusimos para poder construir este sendero y estos laberintos espero puedan ayudar a Térraba a recuperar con el correr del tiempo todo lo que el ser humano les ha quitado, que puedan recuperar su identidad, su cultura, sus costumbres, sus bosques.
Que este sea el inicio de un gran cambio y prometo volver algún día por la maravillosa comida de Fidelia y Paulino, por el pinto, por chicha. Para ver como Fidelia continúa trabajando en esas maravillosas artesanías. Volveré algún día para poder ver todo en lo que se ha progresado, cuanto ha crecido este rincón ecológico. Y para conocer la historia de tantos voluntarios más que estoy segura que llegarán con tanta emoción y energía para ayudar en esto como lo hicimos nosotros.
Solo quiero agradecer a mi familia Daniela Richard por siempre apoyarme en todas mis decisiones por creer en mí y por permitirme siempre cumplir mis sueños. Y a Paulino y Fidelia por hospedarnos y tratarnos como parte de su familia y por hacernos sentir como en casa.
Solo espero que algún día el ser humano aprenda a convivir y coexistir con la naturaleza. Porque nosotros somos parte de ella. No ella de nosotros.
Agradecemos también a los voluntarios de Alemania; Alex Schulz y Steff Mallow atrás en la foto anterior.