Semblanza de Adriana Ramírez Gutiérrez (Anandi)
portadora de sabiduría viva

Hubo un tiempo en que buscaba con sed sagrada, como si la vida dependiera de ello. Anhelaba libertad, verdad, amor… algo que no encontraba en el mundo externo. Esa búsqueda me llevó lejos —a los libros, a los cargos públicos, a los credenciales, a la India, a mí misma— hasta que un día entendí: solo cuando se anhela algo de manera profunda, se alcanza en uno mismo la determinación para alcanzarlo.
Hoy soy Anandi, una mujer plena. No porque haya terminado el camino, sino porque lo transito despierta, enraizada y con una entrega gozosa a la evolución del Ser. Soy abogada (c.22370) por la Universidad de Costa Rica (2011), máster en diplomacia por el Instituto Diplomático Manuel María de Peralta del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (2019) y estudiante avanzada de la licenciatura en psicología en la ULATINA de Costa Rica (2026). También soy instructora certificada de yoga y meditación, balance emocional, Tantra y relaciones conscientes, así como terapeuta en Balance Integral.
Pero más allá de los títulos, soy fruto de una alquimia poco común: una mística con los pies en la tierra, una mujer que convirtió su búsqueda en sabiduría viva.
Esa sabiduría práctica, profunda y encarnada, la he cultivado durante más de una década al lado de mi maestro de vida y hoy socio, Javier Francisco Ortiz, quien me mostró cómo transformar el sufrimiento en consciencia, el deseo en determinación, y el amor en camino. A él le debo gran parte de lo que soy. También a mi padre, que me señaló el umbral sin saberlo, y a mi madre, que me sigue enseñando con su ejemplo que el amor es siempre la elección más poderosa.

Mi historia no comienza en los cargos de alto nivel que desempeñé en la Asamblea Legislativa y en Casa Presidencial, ni en los premios internacionales de educación que ayudé a conquistar como Vicepresidenta de Fundación Gaia. Comienza el día en que escuché a Javier Francisco cantando una canción en los jardines del Taj Mahal y supe que había una vida más allá del deber. Desde entonces, crucé Nueve Puertas, solté viejas restricciones, consagré mi sexualidad, y elegí la senda de la evolución consciente como estilo de vida.
Hoy lidero una escuela de sabiduría práctica centrada en el desarrollo del Ser. Desde ahí acompaño a buscadores espirituales, personas que desean vivir con más equilibrio, y líderes que anhelan transformar su forma de guiar el camino. A través de sesiones individuales, talleres, entrenamientos, y experiencias integradoras como mi programa Generando Presencia, facilito herramientas vivas para integrar el cuerpo, el corazón, la mente y el alma.
Dirijo además una investigación participativa con mis alumnos y consultantes sobre la construcción de un nuevo contrato social, inspirado en la celebración del Día Uno el 21 de diciembre de 2012, una iniciativa liderada por mi maestro de vida y cuya gestación viví como parte esencial, desde el primer impulso visionario hasta su realización.
Aquella celebración marcó simbólicamente el fin de una era y el inicio de una nueva humanidad, invitándonos a recordar que solo una renovación profunda —ética, espiritual y práctica— puede sostener una vida en armonía con la Tierra. Esta visión es la que sustenta mi propuesta de educación para el desarrollo del Ser, reconocida por las Naciones Unidas, donde tengo el honor de servir como experta independiente en educación para el Ser en el programa Harmony with Nature.
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