La meditación es una práctica milenaria que a través de los siglos y enriquecida por las diferentes tradiciones espirituales que la han utilizado ha ayudado a que los practicantes aprendan a dejar la mente realmente tranquila, esto es, interrumpir el auto-diálogo interno y generar un estado mental de silencio donde florece la serenidad y el bienestar.
La esencia de la meditación es establecer un estado de conciencia donde el practicante puede observarse a sí mismo como podemos observar a otra persona, a un paisaje o a un objeto, dándose cuenta que uno no es sus pensamientos, ni estos son la realidad, sino simplemente esto, pensamientos que fluyen de manera incesante y que el meditador observa como si fuera nubes que se desplazan por el cielo.
Este estado es una toma de conciencia que permite darnos cuenta de que mi “yo” no es igual a mis ideas, de la misma manera que no es igual a mis sentimientos ni a mis sensaciones corporales. Es decir, la meditación nos permite descubrir a nuestro observador interior, esa parte de nuestro ser que toma conciencia de aquello que nos acontece diferenciando al sujeto de los contenidos u objetos de la mente (pensamientos, sentimientos, recuerdos, imágenes, etc.).
Ese foco de conciencia interno es denominado el sujeto, o el observador, es nuestro centro interno de atención. Cuando podemos diferenciar claramente entre este foco de atención y conciencia de los contenidos de la mente que nos acontece estamos alcanzando un estado de no-identificación y por tanto estamos generando unas condiciones mentales para ser menos vulnerables a las potentes sugestiones que nos generan nuestros pensamientos y vivencias emocionales.
La práctica asidua de esta disciplina ayuda a mejorar considerablemente de estrés, la ansiedad o los estados de desánimo o desesperanza. Permite calmar la mente, y por tanto, no caer en la repetición de pensamientos negativos u obsesivos.
Las contradicciones entre los diferentes aspectos de nuestra personalidad, como la fuerza-debilidad, bondad-maldad, valor-miedo, etc. son flexibilizadas con la práctica meditativa ya que ésta va generando un estado mantenido de aceptación de nuestras dualidades y contradicciones. Resumiendo y esquematizando los efectos y beneficios de la meditación:
♥ La meditación nos sitúa en el aquí y en el ahora, cuando uno medita está realmente en el presente, ya que si no es así no se produce la meditación.
♥ La meditación nos enseña a no hacer, a no buscar una finalidad a las cosas y a estar en la percepción o atención sin búsqueda de objetivos.
♥ La meditación nos ayuda a eliminar las identificaciones que normalmente tenemos con los contenidos de la mente, sean los pensamientos, las vivencias, los recuerdos, etc.
♥ La meditación genera un estado de calma mental no alcanzable por ningún otro procedimiento de trabajo mental.
♥ El silencio mental generado por el estado meditativo produce unas condiciones de calma profunda lo que supone un alivio a los estados de estrés o ansiedad.
♥ La calma mental presupone un cambio de enfoque a la hora de percibir los problemas o las cuestiones que tenemos planteadas en nuestra vida, haciéndonos ver aspectos hasta ahora no descubiertos que nos dan nuevas y creativas formas de solucionar los problemas.
♥ La meditación nos permite aprender a dejarnos fluir a no necesitar estar controlando tanto las situaciones de nuestra vida.
♥ La meditación ayuda a integrar las emociones rechazadas ya que genera una marca de aceptación de todo nuestro mundo interno.
♥ La meditación nos permite alcanzar un estado de integración de nuestras contradicciones y dualidades ya que genera un estado mental de flexibilidad y tolerancia a los diferentes estados, vivencias o planteamientos mentales.
♥ La meditación desarrolla la capacidad de atención y autoconciencia personal.
Artículo del que se extrae una parte es tomado de http://www.superarladepresion.com/superarladepre/3depre_silencio.php